Las
calles destilan el licor agridulce
que
brota desde el silencio,
entonces
me confundo con el brillo
del
ocaso para verte
dormir
callada sobre la palma de mi mano,
sobre
el eterno susurro que dejan las hojas
del
otoño al morirse añejas.
Afuera,
deambulan
las almas que no han conocido
del
amor y de sus victorias gloriosas.
¿Has
notado como el firmamento
colapsa
en luces intermitentes?
Se
acerca la noche,
desde
lejos se anuncia el sagrado
despertar
de la tierra y sus guerreros luminosos.
Mientras
nos llega el instante,
sigamos
fabulando la parodia de
amarnos
bajo la absurda
fatalidad
de días calcados;
Sigamos
fingiendo no saber a dónde nos lleva
el
corazón que explota en tu nombre y el mío,
sigamos
muriendo y resucitando,
olvidándonos
y reconectando en una imagen
idéntica
que nos explote
súbitamente
en la retina.
Te
has preguntado:
¿Adónde
escaparemos cuando el viento empiece a gemir
su
canción oscura?
Tal
vez regresemos al paisaje estático
suspendido
en el tiempo,
en el
cual quedaron nuestras almas
imprimiendo
las bitácoras del viaje;
o
quizás los hechiceros del alba nos reciban
en su
refugio mientras los sueños se detienen.
¡Cuánta
deliciosa quietud anida en la caótica
incertidumbre!
¡Qué
dantesco desvarío!
Yo
sólo espero que no fallen mis pies
en
medio de la desaforada frialdad de los escombros;
Quiero
llegar a las puertas,
a la
línea final que divide el horizonte,
a
resucitar en tus brazos
a
besarte desenfrenadamente,
a
explotar en tus sentidos.
No
tengas miedo.
No
hay nada que temer.
El sol
derrumbará su reino sobre
el
universo que augura un renacimiento,
es
lógico que necesite sentirte mía.
¿Has
notado que me desintegro en millones
de
partículas cada vez que recuerdo los designios?
…Sólo
espero poder reconocerte otra vez en la desaforada
virginidad
del nuevo camino.
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